Cuando Henry Dunant apelaba a la urgencia de crear «un cuerpo de enfermeras voluntarias, diligentes, preparadas e iniciadas en esta tarea [...] que debían ser reconocidas y aprobadas por los jefes de campaña» no sólo estaba plasmando sus impresiones acerca de la labor desarrollada por las valientes mujeres de Castiglione durante la batalla de Solferino (1859),
sino que también se estaba haciendo eco de varias iniciativas puestas en marcha por mujeres de procedencia muy diversa. Desde contextos muy heterogéneos, las protagonistas que destacaron en la configuración histórica de la identidad profesional de la enfermería —Florence Nightingale, Mary Seacole, Hélene Pavlovna, Valérie de Gasparin, Dorothea Dix o Clara Barton— estuvieron ligadas directa o indirectamente a la práctica humanitaria.
Este compromiso de las pioneras revela una inteligente combinación de razones y pasiones: de conocimiento científico y negociación política, de vocación cuasi divina y de exaltación de ciertas virtudes femeninas como la abnegación, la paciencia, la dulzura y la discreción. La puesta en marcha de estos incipientes cuerpos de enfermeras necesitó no sólo del entusiasmo de Dunant, sino también de un metódico cálculo de la compasión que, gracias a estas líderes femeninas, transformó los cuidados en una característica central del ethos humanitario.
Ciclo: ETHOS Humanitario y Guerra: razones y pasiones, ideologías y creencias
Organizado por: Grupo de Investigación «Cultura médica y científica: prácticas, espacios, objetos e intercambios» de la IMF-CSIC, Dirección General de Investigación, Residencia de Investigadores