Tras la derrota de la República española, México, gobernado por el presidente Lázaro Cárdenas, siguió apoyando activamente a los miles y miles de republicanos españoles que habían buscado refugio en Francia. Nombrado cónsul general de México en el país galo a principios de 1939, Gilberto Bosques (1892-1995) fue uno de los principales artífices de aquella solidaridad activa. Cuando tuvo que huir de París debido a la invasión alemana en junio de 1940, Gilberto Bosques instaló el consulado en Marsella, capital marítima hacia la cual convergían cuantos intentaban escapar de las fuerzas del Eje.
A lo largo de dos años y medio, Bosques y sus colaboradores organizaron una enorme actividad de ayuda y apoyo en favor de los refugiados españoles. Aquella ayuda resultó ser tanto material y económica como sanitaria y jurídica. El consulado puso en marcha varios dispositivos de alojamiento de los refugiados, ya sea financiando el alquiler de habitaciones en hoteles o casas particulares de la ciudad, ya sea alquilando dos châteaux que constituyeron remansos de paz, de libertad y de creatividad cultural esenciales en la situación vivida por los exiliados. Además, Gilberto Bosques intervino con mucha eficacia en el terreno jurídico para impedir las extradiciones reclamadas por las autoridades franquistas.
Videoproyección: Visa al Paraíso (Versión castellana, 2010; 108 min.).
Producido y dirigido por Lillian Liberman.
Sesión coorganizada por Gabriela Rodríguez Fernández, en colaboración con el Observatorio del Sistema Penal y los Derechos Humanos de la Universitat de Barcelona (OSPDH-UB).
Ciclo: ETHOS Humanitario y Guerra: razones y pasiones, ideologías y creencias
Organizado por: Grupo de Investigación «Cultura médica y científica: prácticas, espacios, objetos e intercambios» de la IMF-CSIC, Dirección General de Investigación, Residencia de Investigadores