A pesar de que este año se cumple el 10 aniversario del anuncio de la secuencia del genoma humano y de que este evento se celebró como una demostración de dominio sobre nuestra identidad, lo cierto es que aun seguimos estando muy lejos de entender toda la información contenida en el genoma y cómo esta información dirige el desarrollo de nuestro organismo y su funcionamiento. El descubrimiento de que el número de genes de nuestro genoma no era muy diferente del que tiene el genoma de la mosca del vinagre hizo pensar que nuestra complejidad no puede explicarse basándonos sólo en el concepto clásico del gen, es decir, un fragmento de DNA que codifica para una proteína utilizando el código genético para convertir la secuencia de nucleótidos en la secuencia de aminoácidos. De hecho este tipo de genes clásicos representa sólo un 2% de la longitud de nuestro genoma. En esta conferencia, se ilustrará sobre lo que hemos aprendido en estos diez últimos años y sobre todo lo que aun nos queda por entender sobre el resto del genoma: el genoma oscuro.
Entre lo que hemos aprendido quizá lo más importante haya sido cuestionar el concepto clásico de gen en dos sentidos. Primero: que un solo gen, por el mecanismo de procesamiento alternativo, puede dar lugar a un gran número de proteínas con funciones distintas. Y segundo: que existe, además del código genético, un código epigenético que modula la expresión de los genes y la identidad celular. Una parte importante de este código epigenético determina el modo como el DNA se enrolla alrededor de proteínas básicas, las histonas, para formar la cromatina. Se explicará cómo este empaquetamiento en cromatina está influenciado en parte por modificaciones químicas de las histonas y el DNA y en parte por moléculas de RNA que también controlan la expresión génica a otros niveles.
El descubrimiento de estas nuevas moléculas de RNA que no codifican para proteínas, que se generan por transcripción del genoma oscuro y que tienen importantes funciones reguladoras, ha sido la sorpresa más fructífera de los últimos años y nos hace entrever la insospechada complejidad del genoma.
La tecnología moderna ha puesto a nuestra disposición potentes métodos de análisis global que deberían permitirnos en la próxima década esbozar las líneas generales que organizan esa complejidad y coordinan el desarrollo y el funcionamiento normales de los organismos complejos. Sólo entonces podremos empezar a utilizar este conocimiento para entender y tratar las perturbaciones en la función del genoma, que son la base de la mayoría de nuestras enfermedades.
Ciclo: Desafíos Siglo XXI. La Voz de la Ciencia. Ciclo de conferencias III
Organizado por: Residencia de Investigadores