Uno de los grandes retos de la ciencia de este siglo es entender cómo funciona el cerebro. Durante siglos, influencias filosóficas y religiosas sugerían que la conciencia, la memoria, la conducta y las funciones mentales estaban desligadas del cerebro. Hoy en día, casi todo el mundo acepta que el amor y las emociones no proceden del corazón, puesto que simplemente es un músculo destinado a mover la sangre. Aun así, la idea de que la mente y la espiritualidad se originan en un órgano físico como el cerebro, es un concepto relativamente nuevo que todavía perturba a algunas personas. No entienden que el cerebro es un órgano computacional encargado de procesar información, y que tiene una complejidad extraordinaria debido al enorme número y variedad de células que tiene y a las interacciones entre ellas. Este concepto no trivializa el misterio de la mente humana, sino que desde el punto de vista biológico aumenta nuestro respeto por su poder y complejidad. Modelos inesperados, como la extirpación de los hipocampos para tratar la epilepsia de un enfermo, estudios neuropsicológicos y, más recientemente, modelos genéticos y farmacológicos, han servido para empezar a entender el cerebro como base de funciones mentales complejas. Regiones cerebrales específi cas, circuitos neuronales y receptores sinápticos no sólo están involucrados en la función motora o de los sentidos primarios (visión, tacto, entre otros) sino que también nos hacen conscientes de nosotros y el entorno, son la base de la memoria, modifi can la conducta y, en defi nitiva, nos hacen humanos. Hace pocos años descubrimos un grupo de enfermedades en las que los enfermos producían autoanticuerpos contra varios receptores sinápticos, alteraban sus niveles y la función sináptica, y trastocaban los mecanismos de plasticidad neuronal. La acción de los anticuerpos provoca profundas alteraciones de conducta, de memoria, psicosis y regresión de la personalidad, entre otros síntomas que están en la intersección de la neurología y la psiquiatría. Hiperespiritualidad o bien sospecha de posesión demoníaca son manifestaciones de estos anticuerpos en algunos enfermos. La causa de la aparición de los anticuerpos parece ser un mecanismo de mímica molecular en el que un tumor sistémico, distante del cerebro, o bien una infección microbiana originan una respuesta inmunológica que va mal dirigida contra receptores neuronales. La eliminación de los anticuerpos cura a los enfermos, pero su desencadenamiento nos ha dado un modelo natural y una herramienta molecular para entender un poco más cómo funciona el cerebro.
Ciclo: Desafíos del Siglo XXI. La Voz de la Medicina, II
Organizado por: Residencia de Investigadores, Fundació Clínic Barcelona, IDIBAPS y RESA