¡Y aquí está Grecia! Por ella he cruzado este mar inmenso, he abandonado Italia y a mis padres y amigos. ¡Todo por esta tierra! [...] ¿Qué importa que Esparta, Atenas y Corinto hayan desaparecido para siempre? La tierra en la que se irguieron contiene aún las ideas sublimes que inspiró en el pasado... ¡Y el silencio! El silencio hará que me sienta conmovido y que suspire en este majestuoso teatro donde tuvieron lugar tantas hazañas gloriosas.
Estas palabras, pertenecientes al libro Viaggio in Grecia (1799) del abad Saverio Scrofani, son representativas de la atracción que, desde el siglo XVIII, condujo a la cultura europea a redescubrir Grecia. Durante muchos siglos, la Europa occidental había ignorado u olvidado Grecia. Muy lejos quedaban la gloria y la influencia de Bizancio. Incluso el Renacimiento había sido tan sólo una aproximación parcial, limitada, a Grecia. Mientras tanto, la dominación otomana, la decadencia y la Iglesia ortodoxa habían sepultado en el olvido la Grecia de la antigüedad. Con la Ilustración, sin embargo, se reaviva poco a poco el interés por las “antigüedades” griegas. Y, sobre el trasfondo de la lucha de los griegos por su independencia, culmina, con el Romanticismo, el movimiento de aproximación de Europa a Grecia. Ésta fue la sólida base sobre la que se constituyó el filohelenismo moderno, cuyas derivaciones han pervivido hasta nuestros días. Entre el ideal y la realidad, Grecia ha sido una constante en el imaginario de Occidente. El ciclo que presentamos pretende revisar algunos de los momentos más significativos de esta relación, en la que la historia de los catalanes ocupa un lugar muy destacado.
Organizado por: Asociación Catalana de Neohelenistas,Residencia de Investigadores CSIC-Generalitat de Catalunya,PEN catalán y Centro Nacional del Libro de Grecia